4. Apoyo y orientación a los docentes
El orientador educativo tiene una gran responsabilidad en el apoyo que brinde
a maestros y tutores ante situaciones que pongan en riesgo la permanencia
y el buen desempeño académico de los alumnos. Como revelan los diagnósticos
recientes, uno de los problemas recurrentes de la educación secundaria
es la reprobación y el abandono de la escuela, factor que genera el rezago de
jóvenes en la educación básica.
Debido a su gravedad en el futuro de los alumnos, de sus familias y de
la sociedad, es importante ofrecer a maestros y alumnos la información necesaria
para identificar a tiempo las condiciones que pueden influir para que
un estudiante sea propenso a reprobar o a desertar, con el fin de unir esfuerzos
para superar los factores que merman su desempeño académico.
Para realizar un diagnóstico del apoyo que debe brindar a docentes y alumnos,
el orientador educativo considerará algunos indicadores como:
• Características de las condiciones personales y materiales con que
cuentan los alumnos fuera de la escuela, para el trabajo escolar.
• Tiempo de traslado de los alumnos a la escuela y de ésta a casa.
• Necesidad de realizar alguna actividad laboral y la manera en que los
alumnos coordinan el trabajo con la asistencia a la escuela y el tiempo
de estudio en casa.
• Enfermedades y necesidades de atención especial de los alumnos.
• Aspectos de la dinámica escolar que pueden contribuir al surgimiento
de problemas de aprendizaje.
Estos factores pueden cobrar relevancia ante otras dificultades que los docentes
y los tutores identifiquen en el trabajo de los alumnos, así como en
los casos en que su comportamiento dificulta la convivencia necesaria para
trabajar.
Es necesario que la información sobre estos indicadores sea revisada constantemente
a lo largo del curso escolar, a fin de fortalecer o modificar oportunamente
las estrategias que se apliquen y evitar que las situaciones de riesgo
para el éxito académico de los alumnos se agudicen y sean irreversibles.
La participación del orientador educativo en el trabajo colegiado con maestros,
tutores y directivos le permitirá contar con una visión global e integradora
de los alumnos y su entorno escolar y social y dotar de sentido a la información
que posee sobre los aspectos antes señalados.
Todo ello facilitará la detección oportuna de problemas de aprendizaje que enfrentan los alumnos.
Una vez detectado un problema de reprobación o deserción será necesario
plantear con los maestros estrategias para resolverlo. Algunas de estas
estrategias tendrán que ver con las actividades de enseñanza, por lo que el
orientador podrá apoyar a los docentes en la valoración y reflexión acerca de
las estrategias que conviene modificar por haberse identificado en ellas situaciones
que pueden propiciar la reprobación.
Otras estrategias tendrán relación directa con los alumnos o con los padres
de familia.
El orientador podrá echar mano de las redes de apoyo académico
o preventivo que se creen en la escuela, así como proponer la organización de
círculos de estudio. En otros casos, el orientador podrá canalizar a los alumnos
o a sus padres a instituciones que los apoyen en la solución de problemas
que demandan atención especializada.
El orientador educativo tiene una gran responsabilidad en el apoyo que brinde
a maestros y tutores ante situaciones que pongan en riesgo la permanencia
y el buen desempeño académico de los alumnos. Como revelan los diagnósticos
recientes, uno de los problemas recurrentes de la educación secundaria
es la reprobación y el abandono de la escuela, factor que genera el rezago de
jóvenes en la educación básica.
Debido a su gravedad en el futuro de los alumnos, de sus familias y de
la sociedad, es importante ofrecer a maestros y alumnos la información necesaria
para identificar a tiempo las condiciones que pueden influir para que
un estudiante sea propenso a reprobar o a desertar, con el fin de unir esfuerzos
para superar los factores que merman su desempeño académico.
Para realizar un diagnóstico del apoyo que debe brindar a docentes y alumnos,
el orientador educativo considerará algunos indicadores como:
• Características de las condiciones personales y materiales con que
cuentan los alumnos fuera de la escuela, para el trabajo escolar.
• Tiempo de traslado de los alumnos a la escuela y de ésta a casa.
• Necesidad de realizar alguna actividad laboral y la manera en que los
alumnos coordinan el trabajo con la asistencia a la escuela y el tiempo
de estudio en casa.
• Enfermedades y necesidades de atención especial de los alumnos.
• Aspectos de la dinámica escolar que pueden contribuir al surgimiento
de problemas de aprendizaje.
Estos factores pueden cobrar relevancia ante otras dificultades que los docentes
y los tutores identifiquen en el trabajo de los alumnos, así como en
los casos en que su comportamiento dificulta la convivencia necesaria para
trabajar.
Es necesario que la información sobre estos indicadores sea revisada constantemente
a lo largo del curso escolar, a fin de fortalecer o modificar oportunamente
las estrategias que se apliquen y evitar que las situaciones de riesgo
para el éxito académico de los alumnos se agudicen y sean irreversibles.
La participación del orientador educativo en el trabajo colegiado con maestros,
tutores y directivos le permitirá contar con una visión global e integradora
de los alumnos y su entorno escolar y social y dotar de sentido a la información
que posee sobre los aspectos antes señalados.
Todo ello facilitará la detección oportuna de problemas de aprendizaje que enfrentan los alumnos.
Una vez detectado un problema de reprobación o deserción será necesario
plantear con los maestros estrategias para resolverlo. Algunas de estas
estrategias tendrán que ver con las actividades de enseñanza, por lo que el
orientador podrá apoyar a los docentes en la valoración y reflexión acerca de
las estrategias que conviene modificar por haberse identificado en ellas situaciones
que pueden propiciar la reprobación.
Otras estrategias tendrán relación directa con los alumnos o con los padres
de familia.
El orientador podrá echar mano de las redes de apoyo académico
o preventivo que se creen en la escuela, así como proponer la organización de
círculos de estudio. En otros casos, el orientador podrá canalizar a los alumnos
o a sus padres a instituciones que los apoyen en la solución de problemas
que demandan atención especializada.